Adaptación: Steve Grant
Dibujo: Juan Jose Ryp
Color: Greg Waller y otros
Aleta Ediciones
Contiene Frank Miller´s Robocop
precio: 20 euros
Valoración: 7 sobre 10
Citas: -"La ciudad nos vendió...¡a una compañía que está más preocupada por el dólar todopoderoso que por la seguridad pública" (agente de policía)
-"Estoy seguro de que esto podemos hablarlo" (Robocop)
-"No soy hombre. Ni siquiera cadáver. ¿Vemos lo humano que soy, doctora?" (Robocop)
Reseña: Para mí la historia de Robocop siempre ha reflejado un ejemplo crítico de la lucha entre clases, de lo humano representado en las personas que defienden sus derechos contra lo antihumano que son esos adoradores del dinero, una cosa muerta de hecho, y que se encuentran al servicio del mismo, por lo que el protagonista supone un intento de cosificar un servicio que siempre ha de ser proporcionado por humanos y en donde la humanidad prevaleció. Estoy convencido de que Frank Miller comparte esta visión y que así lo plasmó en este guion, que ahora se recoge en este tomo recopilatorio, cuando se implicó en los noventa del siglo XX en la continuación de la película de Robocop. El autor quedó desilusionado en esta primera incursión en el cine, pues le transformaron de tal manera su guion original que resulta apenas reconocible al que llevaron a la pantalla y una posible explicación es que en la meca del capitalismo salvaje no agradó una historia donde se despreciaba tanto hasta dónde podía llevar en la degradación de los servicios públicos el querer privatizarlo todo. Menos mal que no se desanimó, pues el cine le deparaba grandes alegrías con otras obras suyas, como SIn City y 300. La presente obra cuenta con el descarnado y detallista dibujo de Juan Jose Ryp que cumple con creces su cometido.
Esta obra se enmarcaría ya en en declive de Frank Miller tras una etapa creativa gloriosa, pero aún se contemplan esos signos de genialidad en la historia que se muestra sólida, con ciertos toques de humor ácido y con un sentido crítico hacia el capitalismo salvaje que se agradece. A mí me ha gustado mucho esta historia y de hecho, me ha tocado la fibra sensible, pues todas las barbaridades que se cuentan las he recordado en la realidad cotidiana. Cuando se narra ese interés de las autoridades y de las corporaciones en arrasar con la ciudad de Detroit para construir otra ciudad más moderna, a costa de las personas que viven allí, me ha recordado el caso en Valencia de la obsesión de un partido político con acabar con un barrio con la excusa de un más que cuestionable progreso. Cuando un robot demole un edificio con un padre y su hija en el interior, me ha remitido a ese banco intentando desahuciar a unos huérfanos. Cuando la privatización de un servicio esencial para la ciudadanía supone el deterioro progresivo del mismo, me he acordado de la sanidad en este país con noticias de escándalo donde se prima el dinero sobre las personas.
La seguridad en Detroit se ha privatizado, lo cual significa que la policía cae bajo el control de la corporación OCP. Para rentabilizar el servicio de protección al ciudadano, se introducen polémicas medidas, como reducir el número de balas diarias para los agentes a tres en una ciudad tan peligrosa, por lo que los homicidios de policías se multiplican rápidamente. Por ello, los agentes se declaran en huelga y toda la historia se desarrolla con la ciudad en el caos porque los criminales aprovechan esta ausencia de seguridad por las calles. La OCP abusa de Robocop con patrullas interminables, pero cuando éste empieza a rebelarse contra la inhumanidad de la corporación, intentan reprogramarlo con directrices que le dobleguen por obra de una psicóloga que aboga por aceptar la injusticia con una sonrisa en la boca. El robótico protagonista sigue resistiéndose y el crimen aumenta en la ciudad. La OCP mandará a las calles mercenarios y un nuevo robot que, sin escrúpulos, acatarán las órdenes mecánica y sanguinariamente. Sólo Robocop se opondrá a esta radicalización de los métodos de la corporación obsesionada con sacar el máximo provecho económico del orden en la ciudad cueste las vidas que cueste.
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