Título: Los héroes siempre vencen...¿o no?
Título original: Heroes Always Win...Don't They?
Guion: Walter Simonson
Lápiz: Sal Buscema
Tinta: Sal Buscema
Color: George Roussos
Valoración: 9 sobre 10
Frases destacadas: "¿Ha caído finalmente Ragnarok sobre el mayor guerrero de Asgard? ¿He de morir en el fango asesinado en un absurdo combate? ¡No! ¡He de levantarme a toda costa! ¡No me enfrentaré a la muerte de rodillas, sino como un guerrero! Lo había olvidado ¡No puedo morir! ¡No tendré la muerte del guerrero! ¡No llegaré glorioso a la dorada tierra de Valhalla! ¡No hay esperanza!" (Thor)
"Asgard sentirá haber desdeñado al hijo de Laufey. ¡Sólo Loki debería ocupar el dorado trono de Odín! Desde ahora el trono quedará vacío, y la muerte se extenderá por el reino de los dioses." (Loki)
Reseña: Cuanto peor lo pasa el protagonista de nuestro cómic favorito, cuanto mayor la intriga sobre su futuro incierto, más disfrutamos con su lectura porque el autor magistralmente nos despierta nuestra curiosidad y se nos transmiten emociones que no se presentan habitualmente en nuestras vidas rutinarias. Simonson vuelve a ampliar los límites del héroe colocándolo en una situación tan extrema que cuesta imaginar cómo saldrá de ésta si su peor enemigo es su propio cuerpo maldito. En este episodio, Thor quedará casi totalmente destrozado física y anímicamente por culpa de la maldición de Hela y las conspiraciones de Loki. El propio guionista nos plantea la duda en la portada y el título del episodio sobre si los héroes siempre ganan, aunque sepamos que sin ellos, la serie acabaría.
Desde que el barbudo escritor de ascendencia noruega arribó a esta colección, se ha empeñado en convencernos de que Thor es uno de los mejores guerreros del Universo Marvel a través de sus combates épicos contra enemigos más formidables que nunca, por lo que nuestra consideración en este sentido ha alcanzado altas cotas. Así que resultaría imperdonable que ahora el autor nos planteara las típicas y predecibles batallas contra esos supervillanos que se crearon para otros guionistas carentes de ideas originales y para que el protagonista tuviera rivales a la altura en fuerza, que no en inteligencia. Simonson recurre a esos supervillanos, sí, pero plantea unas condiciones adversas para el dios del trueno que crean incertidumbre sobre el resultado final de dicho enfrentamiento.
Como vimos en el capítulo anterior, Loki el tramposo engañaba a su vapuleado hermanastro para que se enfrentara al Hombre Bestia y al Destructor, para que luego descubriera que no eran tales, sino réplicas generadas por magia a partir de humanos que morían consumidos a los pocos minutos de lucha. De esta manera, cuando Thor ha de combatir contra su peor enemigo terrestre (al menos, en esta época en que se hizo este cómic), una pugna titánica en la que se centra el presente episodio, contendrá su poder para salvar al que él cree una inocente víctima de la magia del dios del engaño.
Sin embargo, el Hombre Absorbente sí es el auténtico y cuando su divino adversario se percate de su error, poco tendrá que hacer contra su rival que lo apaliza por las calles y túneles neoyorkinos. El ardid de Loki funciona a la perfeccion y el declive del héroe continúa.
Recordemos brevemente los orígenes y habilidades del que se consideró el peor enemigo mortal de Thor. Apareció por primera vez en el Journey into Mistery 114 en que se caracterizaba ya como un delincuente común que Loki escogió para un plan contra su hermanastro. El dios del engaño le hizo beber una poción que le permitía absorber las cualidades de cualquier cosa que tocara. Desde entonces se ha enfrentado multitud de veces contra el protagonista de esta serie.
En Asgard, ajenos a las conspiraciones de Loki junto a sus parientes los Gigantes de Hielo para derrocar el actual gobierno, los ciudadanos del Reino Dorado celebran la clausura y custodia de la espada Crepúsculo que tantos quebraderos de cabeza les ha causado, aunque seguirá siendo utilizada por otros guionistas en esta serie y otras, como los Vengadores. También se presta atención a la desdicha de Amora, alias la Encantadora, a la que Heimdall pretende ayudar a superar su culpabilidad porque su novio el Verdugo sacrificara su vida ante el desprecio de todos. Tampoco se olvida el guionista de los gemelos huérfanos adoptados por los dioses quienes todos ellos se comprometen a cuidarlos y enseñarles las maravillas de su nuevo y mágico hogar.
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