Título: Para que la oscuridad no nos alcance
Título original: Lest Darkness Come
Guion: Peter David
Lápiz: Gary Frank
Tinta: Cam Smith
Color: Glynis Oliver
Valoración: 8 sobre 10
Edición española: Coleccionable El Increíble Hulk número 35 , Planeta DeAgostini
Citas destacadas: -"¡Tú puedes ayudarme! Si no lo haces, eres mi asesino tanto como el virus." (Jim Wilson)
-"¿Por qué es tan fácil destruir cosas, y tan difícil salvarlas?" (Hulk)
Reseña: En octubre de 1996, Peter David se trasladó a España para asistir al Salón Internacional del Cómic de Gijón donde recogió el premio Haxtur al mejor guionista por la historia que aparece en este número titulada Para que la noche no nos alcance. En la susodicha historia, el autor profundiza en el impacto emocional y social que supone para una persona contraer una enfermedad como el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, más conocido como SIDA. La teoría más reconocida afirma que pasó del simio al hombre por los errores de este último, se transmite por fluidos corporales y actualmente, en el mundo civilizado, se ha convertido en una enfermedad crónica gracias a los avances médicos. No obstante, la ignorancia provoca un gran rechazo social por el miedo al contagio.
Peter David profundiza en esta dramática historia en la depresión, la angustia, la desesperación de tres personajes afectados por el SIDA. Uno de ellos es Jim Wilson, antiguo compañero del titán esmeralda, del que ya se reveló su estado en el, como el mismo guionista reconoce, polémico número 388 de The Incredible Hulk, y, en el presente números, lo veremos ya en una fase muy avanzada de su enfermedad, evidentemente terminal, además de herido durante una manifestación para la aceptación de estos enfermos en la sociedad. Su terror a morir en sus últimos momentos le lleva a suplicar a Hulk que le realice una transfusión de su sangre para que le convierta en inmune o a pedirle que use en él un medicamento experimental que los científicos del Panteón investigan. Ambas opciones presentan obstáculos morales y ponen en peligro la salud del paciente, al que podría provocarle cualquier efecto secundario inesperado y terrible, por lo que se trata de decisiones difíciles.
La segunda persona infectada se encuentra en un niño del que el autor consigue que nos compadezcamos, pues a través de su inocencia e ingenuidad, cree que ha hecho algo mal en su comportamiento y que si se porta bien podrá vivir una vida como la de cualquier otro niño.
La tercera persona con SIDA, un joven que ha triunfado socialmente, ha decidido que no soporta este giro radical en su vida y pretende suicidarse. Llamará al teléfono de la esperanza para no sentirse solo antes de quitarse la vida, donde le atenderá Betty, quien ha conseguido recientemente un puesto allí y procurará por todos los medios evitar que la oscuridad alcance a esta alma perdida.
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