The Mighty Thor número 349
Título: ¡Deudas de honor!
Título original: Debts of honor!
Guion: Walter Simonson
Dibujo: Walter Simonson
Color: Christie Scheele
Valoración: 10 sobre 10
Edición española: Tomo recopilatorio "Thor: La Saga de Surtur/2". Planeta de Agostini (Forum).
Frases destacadas: -"He aquí la espada que arrasará todo lo que existe en el fin de los tiempos. Y Surtur será el último, como fue el primero. El más viejo de cuantos viven." (Surtur)
-"Nunca nos habíamos enfrentado a un ser como Surtur. Batallamos por el torturado paisaje, abriendo enormes zanjas, nuestras espadas resonando con cada golpe. Hasta que comprendimos que no podríamos superarlo...Quizá estaba destinado a destruir el mundo y nada podíamos hacer para impedirlo." (Odín)
Reseña: Cuando creíamos que en este capítulo se alcanzaría el clímax del Ragnarok, el autor utiliza un recurso típico de series televisivas, cine y novelas por el cual, en el momento de máxima expectación, se realiza un salto narrativo o flashback para zanjar un asunto pendiente del pasado. Esta cualidad conviene alabarse del guionista que, a diferencia de otros, no justifica que pueda pasar cualquier cosa porque se traten de mundos y personajes basados en la magia, sino que se esmera en que todo siga un curso lógico.
Odín, el Padre de todos, reúne a sus consejeros más fieles (Thor, Chambelán, Frigga, Balder, los Tres Guerreros) en el Gran Salón para informarles de la evolución de la crisis apocalíptica que empeora a cada segundo y para organizar las tropas que esperan órdenes en la llanura de Vigrid para repeler la invasión de sus enemigos. También aprovechará para contarles el origen de la eterna adversidad entre el reino de Asgard y el de Muspel.
Según la mitología escandinava, en el principio sólo existían dos mundos: Niffelheim, al norte, permanentemente congelado, y Muspelheim, al sur, con un clima infernal. El vasto abismo entre ambos mundos denominado Ginnungagap contenía el manantial de la vida que daría lugar a los ríos. De la escarcha que se formó alrededor de esta fuente vital, nació Ymir, padre de todos los gigantes de hielo, soberano de Niffelheim. En el lado contrario gobernaba Surtur, el gigante de fuego.
Después llegaron los dioses que se encargaron enseguida de ponerlo todo patas arriba, de alterar el orden establecido en su favor para convertirse en los dueños absolutos de toda la existencia. La leyenda cuenta que mataron a Ymir con cuyo cuerpo recrearon Midgard, y desafiaron y limitaron su movilidad por los nueve mundos al Señor de Muspelheim para que se enterara de quién mandaba.
Surtur se representa como una fuerza elemental compuesta de llamas vivientes, con una eterna y socarrona sonrisa. No en vano se le considera una de las mayores amenazas contra los asgardianos. Después de este episodio, se comprenden mejor sus motivaciones para destruir todo lo vivo y restablecer el orden primigenio. No se trata del villano típico con aires de grandeza creado simplemente como contrario de unos héroes.
Su primera aparición en el Universo Marvel tiene lugar en el 97 de Journey into Mistery, pero no es hasta el número 99 cuando se narra el combate entre Odín y Surtur en que éste termina atrapado en el núcleo terrestre por la fuerza centrífuga que causa el soberano de Asgard al poner en órbita a Midgard.
Walter Simonson nos ofrece su propia versión de esta leyenda haciéndola más heroica y conmovedora por la osadía y el sacrificio de los dioses. Se remonta a la juventud de Odín, cuando cabalgaba junto a sus hermanos Vili y Ve explorando las tierras desconocidas de un universo nuevo para ellos. Valientemente, se adentraron en los confines de Muspelheim para conocer a su temible soberano. Ciertamente, como en los tiempos de Stan Lee y Jack Kirby, continúa impactando contemplar emergiendo a este gigantesco demonio de un mar de lava. Allí, rodeados de enemigos llameantes, descubren que Surtur pretende destruir toda su obra, todo el universo para convertirse de nuevo en la fuerza dominante y recuperar lo suyo, por lo que lucharán contra él para frustrar sus malévolos planes.
El pueblo que originó tales mitos admiraba la muerte en combate, por lo que atribuyó a su panteón de deidades la posibilidad de morir, ya que no son inmortales a diferencia de otras divinidades, y, de hecho, por las profecías, saben que morirán en el ocaso de los dioses, en el Ragnarok, en el combate definitivo contra sus adversarios entre cuyas filas figurarán las criaturas de fuego viviente de Muspelheim. Éstas sólo precisan vencer una única vez para que los nueve mundos sean destruidos y si no lo consiguen una vez, volverán a intentarlo, pues poseen toda la eternidad.
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